Roberto y Matías en la feria de Carreras en Santa Cruz Bolivia |
Estimados Amigos:
Hoy día se cumplen cinco meses
desde que me internaron en el Hospital Público de Navarra, en Pamplona, España,
debido a la grave enfermedad que me ha tocado combatir. Como ustedes ya saben,
se me diagnóstico Leucemia Mieloide Aguda el día siguiente a mi ingreso, el
mismo día que decidimos trasladarme a la Clínica Universidad de Navarra. A lo
largo de esta larga y dura lucha, con ciertos periodos de calma entre medio,
debo reconocer que en ningún momento me he sentido solo o abandonado.
En primer lugar tenía la certeza
de contar con Dios y con la Virgen en todo momento, confiando en Él aunque no
fuera capaz de comprender sus planes. Desde el primer momento todas las
personas que conozco, e incluso muchas que no conocía me manifestaron su apoyo.
Mis padres llegaron a Pamplona apenas tres días después de conocer el
diagnóstico, sólo Dios sabe como removieron tierra y mar para lograrlo. Todos
mis compañeros y profesores del colegio, al igual que los de la Universidad,
familiares y amigos de todas partes y las amistades de mis familiares nos
manifestaron su apoyo y cercanía a lo largo de toda esta etapa, además de
personas que no conocíamos de ningún sitio. Prueba de ello son las incontables
misas, cenáculos, grupos de oración y ayunos que se hicieron pidiendo por mi
salud, tanto en Santa Cruz como en Pamplona, entre otras amistades esparcidas
por el resto del mundo.
No podía quedarme sin hacerles
este reconocimiento a tanta gente que me sería imposible recordar, porque
incluso hay personas que sin hacerse notar nos han dado su cariño mostrando la
grandeza de su corazón con regalos, favores, su ayuda económica, la
organización de bingos (entre otros muchos eventos), oraciones y miles de otros
ejemplos que me es imposible enumerar. No quería irme sin manifestar mi
infinita gratitud por todo lo que han hecho y siguen haciendo por mí, aunque muchas
veces ni siquiera me llegue a enterar, pues esta lucha no ha terminado pero
tenemos la seguridad que juntos salimos de esta. Por último quiero que sepan
que rezo y ofrezco todo este proceso por todos ustedes, aún sin conocerlos a
todos, y me alegro inmensamente de ver el gran corazón que tiene la gente y
como Dios saca un bien mayor de todo mal que permite, porque he visto como esta
situación me ha hecho crecer y sobre todo he visto un gran cambio en la vida de
muchísimas personas.
No hay palabras suficientes que
hagan justicia a tanto que se me ha dado (ni palabras que expliquen lo que
siento), pero me queda la infinita gratitud y el amor que les tengo a todos
ustedes, sabiéndome igualmente querido y amado.
Matías Monasterio